Si te encuentras en la situación de querer romper tu matrimonio te habrás tenido que plantear cómo hacerlo y, probablemente te hayas encontrado con dos conceptos que, si bien coloquialmente se utilizan de manera indistinta, jurídicamente son muy diferentes: separación y divorcio.
Qué es una separación
Si un matrimonio cesa su relación o su convivencia, comúnmente nos referimos a esta circunstancia como que ha habido entre ellos una separación de hecho. Cuando esa separación se tramita en un juzgado de familia, entonces se produce una separación legal o separación judicial.
Lo primero y más importante que debes saber sobre la separación legal es que con ella no se produce la disolución del vínculo matrimonial. Es decir, legalmente el matrimonio seguirá estando casado y, por tanto, ninguno de los cónyuges podrá contraer matrimonio con un tercero.
En cuanto al régimen económico, en caso de que sea de gananciales, quedará disuelto en el mismo momento de la separación legal.
La separación legal suele verse como un paso previo al divorcio y se recomienda cuando exista la posibilidad de que la pareja se dé una nueva oportunidad, puesto que, la separación queda sin efecto si ambos cónyuges separadamente comunican su reconciliación al juez.
Qué es un divorcio
El artículo 85 del Código Civil indica que el matrimonio se disuelve por el divorcio.
El único requisito exigido por la ley para solicitar un divorcio es únicamente que hayan transcurrido tres meses desde la celebración del matrimonio.
A diferencia de la separación, en caso del divorcio, ambos cónyuges sí que pueden volver a casarse legalmente con un tercero y, además, se rompe el régimen económico matrimonial.
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Tipos de divorcio o separación
Existen dos tipos de divorcio o separación, en función de la vía por la que se lleva acabo el procedimiento:
De mutuo acuerdo
En España el 80% de los divorcios y más del 85% de las separaciones que se producen son de mutuo acuerdo, según datos del Consejo General del Poder Judicial.
En estos casos, la pareja presenta de forma conjunta la demanda de separación o divorcio (o la presenta una de las partes con el consentimiento de la otra) o separación, acompañada de un convenio regulador previamente acordado entre ambos.
Este proceso es el más fácil, rápido y económico puesto que, habitualmente ambos miembros de la pareja comparten los gastos de notaría, abogado y procurador.
Contencioso
En esta vía el proceso de disolución es iniciado por una de las partes de la pareja, sin necesidad de acuerdo entre los dos, y sin obligación de alegar causa alguna.
En estos casos, necesariamente se tiene que presentar una demanda ante el juez competente que será quien, una vez que este haya escuchado a ambas partes en el juicio, determine mediante sentencia las medidas del divorcio, por las que se regirán a partir de ese momento las relaciones de los cónyuges y las de éstos con sus hijos en caso de haberlos.
El divorcio o la separación contenciosa es un proceso más largo y mucho más caro puesto que, cada parte deberá contratar su propio abogado y procurador. Además, ambas partes pierden el control sobre la decisión final al quedar ésta a expensas de un tercero: el juez.