Recientemente se ha hecho viral la carta que una jueza envió a una niña explicándole los motivos por los que esa niña no podría volver a ver a su padre.
La jueza Isabel Giménez ha dictado una sentencia pionera en España, en la que prohíbe a un padre, condenado por violencia de género, acercarse a menos de 500 metros y comunicarse con su hija menor con el objetivo de prevenir la violencia vicaria.
Y no solo eso, si no que también ha ido más allá de sus funciones y le ha escrito una carta a la niña explicándole por qué ha tomado esa decisión en un lenguaje de fácil comprensión para la menor, que dice así:
“Lo primero que quiero decirte es que no te preocupes, que seguirás viviendo con tu mamá y, además, que no tienes que ver ni hablar con el Señor que le hizo daño a tu mamá (tu padre biológico) y que él tampoco puede acercarse a ti y que así se lo hemos dicho para que tú puedas salir a la calle o ir al colegio tranquila y sin miedo.
Para mí han sido muy importantes tus explicaciones a los profesionales que te han escuchado y me han hecho saber que tienes malos recuerdos de cuándo vivías con él. Has sido muy valiente al decirnos algunas de las cosas que te dan miedo y que la razón por la que no quieres estar con él es porque te da mucho miedo que le haga otra vez daño a tu mamá”.
La carta finaliza agradeciéndole a la niña su valentía: “sé que has tenido que contestar muchas preguntas y seguro que ha sido muy cansado y doloroso, te pido disculpas, pero necesitábamos hacerlo para poder tomar la mejor decisión para ti, para que puedas vivir tranquila y sin temores, al lado de tu mamá, que también ha sido muy valiente al escucharte y cuidarte cuando sentías miedo”.
La carta es importante por dos razones. La primera es que pone de manifiesto que existen profesionales en el campo del derecho (en este caso una jueza) dispuestos a ir más allá de sus funciones, para también acompañar en los procedimientos desde un lugar más personal sin dejar de ser profesional.
Por otro lado, demuestra la importancia de adecuar el lenguaje legal al nivel del receptor, que suele resultar complejo y farragoso para la mayoría de, ya no niños, sino también adultos.
Y es que, en este sentido se encamina el proyecto de Ley Orgánica del Derecho de Defensa, que en su artículo 9 reconoce el uso de un lenguaje claro y accesible. Algo que se relaciona directamente con el artículo 24 de la Constitución Española que indica que “todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”.
Precisamente la claridad y sencillez en el lenguaje jurídico es uno de los pilares sobre los que hemos construido Enley. Porque creemos que todo el mundo tiene derecho a poder acceder a una atención legal de calidad independientemente de su situación personal.
Y para eso trabajamos, para que cualquiera pueda acceder a un abogado desde donde esté, cuando pueda, a un precio asequible y sobre todo con un lenguaje comprensible, que les permita entender su proceso legal.
El derecho no es solo para jueces y abogados, el derecho es de todos. Y por tanto, debe ser para todos, lo que implica, entre otras cosas, un lenguaje al alcance de todos.